| Estoy solo, sin mí, sin la gimnasia de mi sed interior, sin el poema. He perdido la flor y el anatema. Soy el cansancio, por antonomasia. Estoy solo, sin mí, sin el inerte dibujo de la mano cavilosa. En el fondo del mar y de la rosa doy otra vez con la palabra muerte. Voy al final de mi filosofía sin tiempo, sin edad, sin impaciencia; un antiguo llamado me silencia. Soy el poniente, por analogía. El alma se me va por los tamices del hambre, de la piel, de los sentidos, y me duelen los párpados hundidos en la tarde sin sol y sin raíces. Una noche de pájaros avanza de las curvas arenas de la duna. En un ángulo viejo de la luna yo soy la soledad, por semejanza. Hoy, que duermen mis versos esperando que la niebla del bosque los alcance, estoy solo, sin mí, con un balance de quién, de cómo, de por qué, de cuándo. Nada soy, nada pienso, nada digo. han callado mis últimas verdades. Estoy en soledad de soledades. Estoy solo, sin mí. Pero contigo. |
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